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Virginia Bertolotti
Jueves 4 de marzo de 2021

Virginia Bertolotti

Entrevista para Quintú Quimün con...  

Virginia Bertolotti
Universidad de la República

 

Virginia Bertolotti es Profesora Titular del Departamento de Medios y Lenguajes de la Facultad de Información y Comunicación de la Universidad de la República (Uruguay) e investigadora de Nivel II del Sistema Nacional de Investigadores y Académica de Número de la Academia Nacional de Letras del Uruguay. Obtuvo su doctorado en Humanidades y Artes con la tesis titulada Los cambios en la segunda persona del singular durante el siglo XIX en el español del Uruguay en la Universidad Nacional de Rosario, Argentina. Entre sus proyectos más importantes se destaca la direccion del CORDIAM (Corpus Diatópico y Diacrónico del Español Americano), junto con Concepción Company, un corpus de acceso abierto al que se puede acceder en www.cordiam.org1. Cuenta con numerosas publicaciones individuales y en coautoría sobre la historia del español del Uruguay y es, sin dudas, uno de los principales referentes de la lingüística diacrónica latinoamericana.

QQ: ¿Cómo surge su interés por la lingüística histórica?

Virgina: Por los documentos de archivo, sin dudas. Yo había tenido un excelente curso de Lingüística Histórica a cargo de Adolfo Elizaincín en la licenciatura, pero no tenía yo, en aquel momento, la madurez intelectual para aprovecharlo. Seis o siete años después, el contacto con los documentos me deslumbró y me despertó la curiosidad intelectual necesaria para hacer investigación. Me deslumbró su manufactura física, la distancia en mi sensibilidad de siglo XX y la de aquellos escibientes y, por supuesto, la distancia en la forma de usar la lengua, que era y no era la mía.

QQ: ¿Cuál es el nivel de análisis gramatical que más le ha interesado dentro de la disciplina? ¿Qué desafíos implica ese nivel?

Virginia: La sintaxis, el más exageradamente humano de los niveles. Pero hacer sintaxis implica tantos desafíos que he hecho muy poca sintaxis histórica. A diferencia de otros niveles de análisis, hacer sintaxis bien supone tener presente toda la gramática de la lengua, y eso es muy difícil. Mucho más difícil es hacer sintaxis histórica: sabemos mucho sobre la historia del español y sobre la diacronía de la sintaxis del español, pero no sabemos tanto como para poder resolver muchos problemas de interpretación que se nos presentan constantemente cuando nos enfrentamos a textos de otras sincronías. Frecuentemente, tenemos la sospecha de estar proyectando la interpretación sintáctica actual sobre los hechos del pasado, en una especie de anacronismo sintáctico que se da cuando partimos de los resultados sin estar en condiciones de desgranar con fineza los procesos.
En este momento, afortunadamente, sí estoy investigando en sintaxis histórica, y disfrutando mucho de eso. La investigación tiene como fin escribir un capítulo sobre orden de palabras en la historia del español, para la parte IV de la Sintaxis histórica de la lengua española, la obra fundamental que dirige Concepción Company Company. Afortunadamente, lo estoy haciendo con dos colegas que saben de verdad: Brenda Laca y Marisa Malcuori; sería imposible para mí adentrarme sola en un tema de esa complejidad.

QQ: ¿Cuáles son las principales motivaciones de los estudios sobre lingüística histórica?

Virginia: El foco de la lingüística histórica es, como es sabido, el cambio lingüístico, y eso la pondría en uno de los dos pilares de las maneras de pensar el lenguaje y las lenguas. En una mirada muy distante e hipersimplificada, alguien podría dividir en dos los estudios del lenguaje: los que se ocupan de lo universal, de lo estable, y los que se ocupan de lo que cambia y varía. La lingüística histórica cae en este segundo grupo, pero con una motivación que la emparenta con el primer grupo. Esto es, la ya clásica pretensión chomskiana de que la ciencia del lenguaje además de describir logre explicar es parte sustantiva de la lingüística histórica, ya que esta busca no solo constatar cambios, no solo describir sincronías y compararlas, sino explicar cómo y por qué cambian las lenguas; es decir, la lingüística histórica es lingüística general. Esto no excluye que para avanzar hacia la explicación de la variación y el cambio, para avanzar en la teoría, necesitemos mucha investigación empírica, con todas la dificultades que supone la investigación empírica en los campos históricos. Estamos muy limitados, como lo está la historia, a la conservación de la versión secundaria de las lenguas que es la escritura. Tenemos esa misma limitación pero no tenemos arqueología, a diferencia de la historia; no existe una arqueología lingüística que nos permita algo así como la pre lingüística histórica o la lingüística prehistórica.

QQ: ¿Cómo evalúa la influencia de las nuevas tecnologías en la formación y desarrollo profesional? ¿Considera que la posibilidad de acceder a corpus históricos en línea contribuye al desarrollo de la disciplina?

Virginia: Esta respuesta tiene fuerte relación con la anterior. Evalúo muy positivamente la presencia de las nuevas tecnologías de la información. (Hago un paréntesis: decir «nuevas» delata mi edad. El CORDE, el corpus diacrónico del español creado y gestionado por la RAE, nace en los años 90; tiene la edad de mis hijas, esto es, ya hay una generación que nació a la vida académica con corpus disponibles. CORDE fue fundamental, ya que incluyó a los hispanistas en el mundo de los estudiosos que trabajaban con grandes cantidades de datos históricos.) La existencia de grandes masas de datos cambió la forma de hacer lingüística histórica, aunque los corpus tienen limitaciones, y limitaciones muy fuertes. Entre otros, esto ha sido señalado por Kabatek2, quien sostiene que «un corpus representativo para la historia de la lengua es una construcción teóricamente imposible ya que la lengua, aunque solo se manifieste en texto, no es la suma de los textos, sino algo distinto» (Kabatek 2018: 145). Por otro lado, recuerda que los materiales archivados corresponden a una mínima parte de los textos producidos, además de que los criterios de selección de los archivos históricos no suelen estar inspirados por preocupaciones lingüísticas. Todo ello es cierto y, sin embargo, son limitaciones que también han afectado y afectan a la labor de la lingüística histórica que no está basada en corpus.
Es muy bueno tener presente estas limitaciones para construir mejores corpus (que siempre van a ser limitados) y, sobre todo, para tenerlas en cuenta en la interpretación que hagamos de los datos, ya que otra de las críticas asociadas a la lingüística hecha con corpus es la del empobrecimiento filológico, el empobrecimiento herméneutico. De alguna manera, tener muchos datos disponibles hace que se pueda trabajar con resultados, contando sin entender bien qué se esté contando o los límites de lo que se está contando. Pero estos encandilamientos o frivolidades no son culpa de los corpus, sino del uso que se hace de ellos; es cierto que cuando los corpus no existían eso no sucedía, pero si sucede es porque hay malos investigadores o investigadores mal guiados, o por la dinámica de la academia3.
Hay, además, un conjuto de aplicaciones no directamente relacionadas con la investigación histórica que enriquecen y facilitan enormemente el trabajo de los obreros de la lengua.
En fin, si nos preguntamos qué ha hecho de nosotros —los lingüistas históricos, historiadores de la lengua, filólogos— el giro informático, la respuesta es que ha impactado al permitir la mejora sustancial en las posibilidades de empleo de datos lingüísticos, al llevar a repensar las formas de edición, al obligarnos a pensar nuevas categorías de análisis y a sofisticar las ya existentes y al impulsarnos hacia la interdisciplinariedad.

QQ: ¿Qué tipo de trabajo implica el desarrollo de un corpus diacrónico como el CORDIAM?

Virginia: CORDIAM, el Corups diacrónico y diatópico del español de América, nace de una idea muy simple: juntar y poner a disposición de los investigadores todo el trabajo de recuperación filológica que en diferentes lugares se había hecho y que por diversas razones no circulaba. En 2009 empezamos a coquetear con esa idea, en una visita de Concepción Company Company a Montevideo, charlando con ella y con otras colegas de bar en bar y de café en café. Empezamos por hacer un listado de todos los conjuntos documentales que estaban publicados y vimos que ya había un acumulado de datos de casi todas las zonas de América. Contactamos a los colegas y todos ellos respondieron con enorme generosidad poniendo a disposición del resto de los investigadores su trabajo de años. Pueden ver sus nombres aquí4. Todo ese material fue reprocesado filológicamente (por un equipo de filólogos financiados por la Academia Mexicana de la Lengua, que desde 2012 viene apoyando y acogiendo este proyecto/realidad) y, en la actualidad, estamos trabajando con materiales que, en general, no llegan a publicarse en papel, sino que son directamente donados a CORDIAM. Entre los últimos y amables donantes, cuyos aportes subiremos en noviembre de este año, están los trabajos del Caro y Cuervo de Colombia, de Gabriela Resnik de la Universidad de General Sarmiento, de Paula Albitre de la Complutense de Madrid y de José Luis Ramírez, colaborador permanente desde el primer día.
El trabajo de adecuación filológica supone la revisión y la compatibilización con el tratamiento informático, lo cual implica, por poner solo un ejemplo, juntar o separar palabras de acuerdo con los criterios actuales para poder hacer búsquedas. Para cada documento se hace una ficha de metadatos que permite búsquedas más sofisticadas (por país, por año, por sexo, etc.).
Implica también contar con una contraparte de informáticos. En nuestro caso, también generosamente, contamos con el apoyo desde un principio de dos informáticos del Instituto Politécnico Nacional de México. Sobre todo en los primeros tiempos, dedicamos muchas horas a no entendernos del todo con Alexander Gelbukh, quien con infinita paciencia y dedicación ha desarrollado el potente motor de búsqueda que permite obtener en CORDIAM concordancias, contextos y documentos enteros, además de otras linduras. De un tiempo a esta parte, solo nos queda avanzar en la lematización y afinar algunas funciones de búsqueda, pero ya está bastante asentada la parte del diseño informático.
Otra parte del trabajo es conseguir apoyos. Desde el comienzo contamos, como ya dije, con el apoyo económico e institucional de la Academia Mexicana de la Lengua. Esporádicamente, hemos contado con el apoyo de la Comisión Sectorial de Investigación Científica de la Universidad de la República de Uruguay y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México.
A partir de 2015, ya bastante avanzada y razonablemente cubierta la parte de documentos tomados de archivo, Concepción, sin cuya energía este proyecto no existiría, y yo decidimos ampliar CORDIAM a textos tomados de la prensa periódica y de la literatura. El objetivo de esto, y en relación con la pregunta anterior, es dar una diversidad textual mayor y tratar de tener una representación menos distorsionada de la lengua en América.
En la actualidad, la ASALE ha acogido a CORDIAM como uno de sus proyectos y, en esa medida, contamos con el asesoramiento de las academias americanas, sobre todo, para la construcción de CORDIAM LITERATURA.
En el día de hoy (20 de octubre de 2020), CORDIAM cuenta con casi diez millones de palabras, que surgen de 12907 textos (4946 de documentos, 2436 de literatura y 5525 de prensa), abarca cuatro siglos de la historia americana (1494-1905) y todos los actuales países hispanohablantes americanos.

QQ: ¿Cómo surge la página Historia lingüística del Uruguay?
Virginia: Hace ya unos cuantos años, cuando todavía no teníamos disponible una plataforma informática destinada a la enseñanza en la universidad y hacíamos «fichas»5, Magdalena Coll, mi colega y amiga —un privilegio en mi vida académica y personal, dicho sea de paso—, postuló a una financiación para una «innovación educativa», que consistía en poner disponibles informáticamente los materiales, bibliografía y documentos que empleaba en su curso de Lingüística Histórica. Luego, vimos juntas las posibilidades de que esa página no estuviera destinada solo los estudiantes, sino que estuviera destinada a otros investigadores y a cualquier interesado en la temática. Lo que hemos hecho desde entonces es ir reuniendo en ese repositorio diversos tipos de materiales que tienen en común ser infraestructura o ser productos de la investigación sobre la historia de las lenguas en Uruguay, lo cual, casi inevitablemente, es una historia que supera las fronteras de lo que hoy conocemos e identificamos como Uruguay. Los materiales de la página tienen en común también buscar recuperar la historia de la diversidad lingüística de un territorio en el que coexistieron, junto al español y al portugués, lenguas indígenas y africanas —y también otras lenguas europeas sobre las que no se ha investigado mucho en perspectiva histórica—.
El lector de la página va a encontrar allí un sector dedicado a publicaciones académicas sobre la temática. No solo mías y de Magdalena Coll, por supuesto, sino de todos los colegas que se han acercado a la historia lingüística de la región. También encontrará el usuario de la página trabajos de estudiantes de grado y posgrado, no publicados en el tradicional formato de artículo, libro o capítulo de libro.
El resto de la página está centrado en corpus de datos de español y de portugués, fuentes lexicográficas (vocabularios y glosarios) y fuentes secundarias, que nos permiten y nos han permitido acercarnos hasta donde eso es posible, luego de procesos de sustitución y pérdida notablemente rápidos, a las lenguas indígenas y a las lenguas africanas. Incluimos también allí prensa periódica de principios del siglo XIX, no digitalizada hasta ahora, y la totalidad de los números del Boletín de Filología del Instituto de Estudios Superiores. La menciono porque es una publicación no siempre fácil de obtener que se hizo entre 1937 y 1965, en fuerte relación con la Universidad de La Plata, y que reúne los trabajos especializados de esa época sobre el español americano, el rioplatense o el hablado en el Uruguay y sobre la cultura y las lenguas indígenas6.

QQ: ¿Cómo ve el panorama de los estudios en lingüística histórica en Latinoamérica en la actualidad?

Virginia: Muy variado, como Latinoamérica. Hay lugares donde se está trabajando mucho, aun (con y sin tilde) en una tradición filológica, hay lugares donde sí se hace lingüística histórica y hay todavía algunos vacíos de conocimiento y falta de documentación, que, lentamente, se comienzan a subsanar.

QQ: Uno de los «mitos» sobre las lenguas es el de la estabilidad y esto genera muchas veces un rechazo ante determinadas innovaciones lingüísticas ¿Qué aportes podría hacer la lingüística histórica para desarticular este mito?

Virginia: El mito de la estabilidad o el de la corrupción y el deterioro de lenguaje generan rechazo a la innovación y, junto con ese rechazo, actitudes de inseguridad que en nada favorecen las tareas de educación lingüística, en las que debieran centrarse las instituciones educativas e incluso las academias de la lengua, a mi juicio. Me parece que por eso vale la pena la difusión y el trabajo con los estudiantes (en mi caso que trabajo en una facultad donde se dicta la carrera de Comunicación). En este momento, por ejemplo, que está sobre la mesa la discusión sobre el lenguaje inclusivo, comprender que parte del rechazo al lenguaje inclusivo es el rechazo al cambio lingüístico —independientemente de que lo sea o no— pone, me parece, la discusión en otro lugar.

QQ: ¿Qué aspectos de los estudios en lingüística histórica considera que podrían/deberían mejorarse?

Virginia: Opinar sobre la lingüística histórica me parece un poco mucho. Si pienso en un contexto más americano, que es lo que sigo con mayor dedicación, quizá lo que nos falte sea una constitución más interdisciplinaria aun dentro de la lingüística histórica. Me parece, y así lo digo en un trabajo próximo a salir, que hay algunas cuestiones básicas que no siempre están presentes: 1. Que desde los primeros tiempos de la llegada de europeos a la actual América se generaron espacios comunicativos. 2. Que estos contactos comunicativos se dieron entre hablantes y no existió, no puede haber existido, algo así como un contacto acultural y asituacional entre lenguas. Las lenguas o modalidades lingüísticas no tomaron contacto entre sí, sino que lo hicieron sus hablantes, con sus tradiciones comunicativas, lo cual incluye las tecnologías de la comunicación asociadas a ellas. 3. Que hablar es siempre hablar para otro(s). 4. Que el español no se instaló en condiciones de monolingüismo, ya que las poblaciones indígenas originarias fueron siempre relevantes, social y demográficamente. 5. Que la realidad lingüística preeuropea era de plurilingüismo, lo cual es relevante en la flexibilidad para la adopción o aprendizaje de una nueva lengua y que también provenían de comunidades plurilingües los africanos que esclavizados fueron traídos a América. 6. Que estos espacios comunicativos fueron crecientemente vehiculados a través de la lengua española, por razones políticas, económicas y culturales, entre las cuales cabe pensar en la tecnología de la escritura como factor favorable a la adopción del español. 7. Que las relaciones económicas, culturales y políticas dentro de los diversos espacios comunicativos de contacto que se crearon fueron muy diferentes en los diferentes lugares de la actual América y que, por lo tanto, sería bueno dejar de intentar una explicación única para realidades muy diferentes aunque el resultado coincidente —la presencia extensa de la lengua española— sea un espejismo tentador. 8. Que las situaciones comunicativas en las que se empleó el español difirieron siempre —esto es, en cualquier siglo— de las originarias. La misma lengua empleada en una diversa situación comunicativa puede ser objeto de reestructuración de sus formas patrimoniales. Por ello, si bien es condición necesaria contar con la identificación clara y la descripción fina del aspecto de la lengua bajo estudio —en el largo período de migración de hablantes de modalidades europeas—, esto no es condición suficiente, ya que es probable que el cambio en las condiciones de comunicación pueda ser factor de activación de algún cambio lingüístico. 9. Que las lenguas no son entidades homogéneas y sus diferentes niveles y formas de significar no se ven afectadas de la misma manera por el contacto dialectal o lingüístico. 10. Que la ampliación de la comunidad comunicativa hispanohablante en la actual América se dio a través de hablantes de lenguas indígenas que incorporaron el español a su repertorio comunicativo como lengua extranjera (¿quizá lengua segunda?) con las características que suele tener el aprendizaje adulto de lenguas.
Mirar las cosas de esta manera comunicativa, no poner el foco solo en la lengua sino también en los hablantes, es dar un lugar más importante al contacto, a la adquisisión y al aprendizaje, a la idea de grupo, al papel de la tecnología de la escritura, a las relaciones de poder y prestigio. Buena parte de la discusión sobre los así llamados orígenes del español en América, esto es, de la búsqueda de un nivel explicativo para las modalidades no europeas de español habladas y luego escritas en el territorio que ahora nombramos como América, están, a mi juicio, faltos de esa consideración. Si pensamos en los hablantes —en todos los hablantes y no solo en los que un sesgo ideológico nos lleva a ver—, si pensamos en comunidades de comunicación que comenzaron a (re)construirse a partir de la llegada de diversos alienígenas (europeos, africanos y criollos de otras partes del continente), estaremos menos lejos comprender lo que sucedió con la lengua.

QQ: ¿Cuáles son los desafíos pendientes en la investigación en lingüística diacrónica?

Virginia: Creo que el principal límite y el principal desafío, si conseguimos combinar y alimentarnos de disciplinas y subdisciplinas de las ciencias del lenguaje (contacto, adquisición, actitudes, sociología de lenguaje, entre otras, ya muy desarrolladas) son los datos y cómo enfrentarnos a ellos. Sin tener como objetivo convertirnos en campeones del big data, y cumplir con las tres V (volumen, variedad y velocidad) seguimos necesitando más datos, de mejor calidad, que en este caso quiere decir más variados —y mejor tratados—, aunque con lo que contamos ahora es fantástico con respecto a la generación anterior de investigadores. Y tenemos que mejorar esto sin perder en la formación de nuevos investigadores la capacidad de interpretación propia de la vieja filología, tenemos que formarlos en el trabajo con datos sin convertirlos en analistas de glotodatos o glotoanalistas.

 

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1 http://www.cordiam.org/
2 «¿Es posible una lingüística histórica basada en un corpus representativo?» en Johannes Kabatek (2018). Lingüística coseriana, lingüística histórica, tradiciones discursivas, ed. de Cristina Bleortu y David Paul Gerards. Madrid/Frankfurt am Main: Iberoamericana/Vervuert.
3 Abro una nota: estamos, creo que en todos los países, con unos sistemas académicos que presionan por resultados publicados, y que en el momento de la evaluación toman en cuenta la cantidad, el lugar de publicación y casi nunca el contenido. La evaluación es necesaria, pero la evaluación que se supone que es un instrumento para la calidad se está comiendo la calidad.
4 http://www.cordiam.org/doc/documentos-colaboradores.html
5 Compilaciones de textos, cuestionarios, guías de lectura —en papel y reproducidos por sistemas de multicopiado—.
6 Escribieron allí Augusto Mallaret, León Cádogan, Antonio Guasch, Moisés Bertoni, José Pedro Rona, Juan Carlos Sabat Pebet, Juan Carlos Haedo, entre otros.

 

Fuente: Revista de lingüística “Quintú Quimün”

Virginia Bertolotti

 
Ministerio de Educación y Cultura