Escúchalo, escúchalo, su voz canta
(In memóriam de Daniel Viglietti, 1939-2017)

                                                                                                           Ricardo Pallares

 

          Algunos pocos rasgos definen su personalidad: estudioso incansable de la música y del canto popular latinoamericanos, poeta que no dio lugar al lirismo al uso, conocedor profundo del potencial expresivo de la poesía, intérprete vibrante y enérgico de las aspiraciones colectivas, íntegro trabajador por la liberación del hombre, de los pueblos y las naciones, especialmente las de nuestro continente.

          Era humilde, respetuoso y firme; de hablar sencillo y correcto, algo así como desde una caja de resonancia solidaria, en la que reafirmaba la lengua española, sin negar al conjunto de las lenguas originarias.

          En realidad engrandeció las gestas de una larga lucha, tan despareja como empecinada, que sigue teniendo su meta en la libertad aunque ella esté en movimiento. Por eso fue un recopilador y juglar-trovador de las letras y del espíritu emancipador.

          Viglietti permaneció leal a las causas populares y a la militancia orgánica junto a quienes, siendo muchos, apenas eran -a veces- casi una mayoría. Pero no tuvo miedo a emplear palabras desmoronadas por los poderes hegemónicos, como algunas de las que aquí se dicen.

          Entre sus letras hacía un lugar a las de los otros autores de su devoción, como por ejemplo: Violeta y Nicanor Parra, Mario Benedetti, Eduardo Galeano, Idea Vilariño, Washington Benavides, Atahualpa Yupanqui, Amalia de la Vega, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Los Olimareños, Larbanois-Carrero y Lucio Muniz.

          Como cantautor, periodista y animador cultural fue celoso en la divulgación de lo diverso, de lo desconocido para nosotros mismos por causa de la división e incomunicación pertinaz entre los latinoamericanos. Quizá por esto su metáfora es sencilla -para que transparente la idea- y su lenguaje figurado es intenso y sugiere.

          Durante mucho tiempo en sus audiciones radiales logró lo que vuelve a suceder, ahora definitivamente: que el “Tímpano” del aire y del tiempo -esta su empecinada forma de amor y de respeto por los otros menos favorecidos- se quede como forma artística del sonido y del ritmo, como cuestionamiento a la mala conciencia de los mandones.

          En su obra hay una gesta que tiene entonación de ensueño o de fervorosa utopía necesaria. Es para devolverle al sujeto latinoamericano todo lo que ha perdido y todo aquello en lo que resultó postergado. Así en su canción “A desalambrar” (1969), por ejemplo, se habla de esa topografía del sentimiento que es capaz de renacer como la esperanza y la alegría. Una fuerza que canta y trasmite acerca de la necesidad humana de refundar los territorios que dan la vida. Los territorios geográficos, los espirituales, los del trabajo y la cultura, los de la patria Maciel , que -al decir de Benavides- pongan al corazón desvelado en su sitio .

          Porque la radicalidad de su voz poética proclama que esta tierra es nuestra / y no del que tenga más. Porque en él la solidaridad generosa es ejercicio y práctica de la igualdad.

          La voz de Daniel Viglietti como poeta, varonil, dúctil y austera, postergó los caprichos del alma individual a favor de los desvelos del alma colectiva y así también dio voz a los chuecos que están por afuera del sistema. No porque sí es uno de los integrantes de la llamada “promoción de los 60” del Uruguay del siglo pasado (entre otros cantautores, artistas, narradores, poetas y pensadores). Promoción que vivió los dolorosos antecedentes y la crisis profunda de la década siguiente, la de los años 70, con su ciclo continental de dictaduras regresivas y asesinas.

          Escuchémoslo, su voz canta, se va y se queda entre nosotros cautiva de la guitarra, alegre y combativa. Deja sus ideas y sus sones, el canto y la poesía, su verdad solidaria y fraterna de hombre que trabaja por la justicia y no desespera, simplemente comparte y espera.

 

Daniel Viglietti

 

Viernes 3 de Noviembre de 2017
Ministerio de Educación y Cultura