CLEMENTE LEONCIO FREGEIRO
(12/09/1853 - 22/03/1923) (*)
Historiador y educador. Nació en la ciudad de Mercedes. Hijo de Eduardo Fregeiro, fuerte saladerista de la costa del Río Negro y jefe político del departamento de Soriano en el gobierno de Berro. Despojado del poder el Partido Blanco con el triunfo de la revolución del general Flores en febrero de 1865, Eduardo Fregeiro tomó la resolución de abandonar el país de modo definitivo, afincándose con toda su familia en la capital argentina. Clemente Fregeiro no sintió afinidad por las tareas mercantiles de su padre y luego de estudiar en Buenos Aires se dedicó a la enseñanza de Historia de América, de Psicología y de Pedagogía en diversos establecimientos argentinos. Su Compendio de la Historia Argentina, impreso en París en 1877, fue utilizado por varias generaciones de estudiantes. En la siguiente década publicó un libro más extenso, en dos volúmenes, Lecciones de Historia Argentina, basado en las clases que había dado en el Colegio Nacional Buenos Aires, donde había sido designado docente en 1884. Ambos textos presentan la conquista española desde una perspectiva fundamentalmente europea. En otro orden, r eorganizó los Colegios Racionales de Córdoba y Catamarca y de varias escuelas normales.
Fue visitador general, en 1897, de las escuelas y colegios de la República, y finalizó su carrera educacional ejerciendo como director de la Escuela Normal de Profesores. Alejado finalmente de las aulas, se concentró en sus trabajos históricos, en el retiro de la gran biblioteca que había logrado reunir durante muchos años. Fue, además, de los primeros miembros de la Sección de Historia organizada en la Facultad de Artes de la Universidad de Buenos Aires en 1905, e integró la Junta de Historia y Numismática Americana. A pesar de desarrollar su carrera en Argentina, donde vivió cincuenta y ocho años, mantuvo sus lazos con Uruguay. En enero de 1884 vino a Montevideo con la bandera de Paysandú que conservaba el Dr. Andrés Lamas, para que cubriese la urna que guardaba los restos de Leandro Gómez en ocasión de su sepultura en el Cementerio Central de Montevideo. No obstante, ocupado en sus estudios e investigaciones, expresó que "no tenía deseos ni voluntad de enrolarse en ninguno de los partidos militantes, cuyos propósitos respetaba por otra parte".
Ese mismo año de 1884 tuvo lugar una polémica internacional en torno a la figura de Artigas, entre dos órganos de prensa: La Razón de Montevideo y el Sud América de Buenos Aires. Si bien a partir de 1860 se apreciaba una intención oficial de rehabilitar la figura de Artigas, su reivindicación como héroe máximo no se concretó sino hasta la década de 1880. Desde 1883 se había iniciado un fuerte movimiento en tal sentido, que en el ámbito historiográfico ya tenía antecedentes. Ese año fue votada una ley decretando la erección de una estatua ecuestre en bronce a la memoria de Artigas que se erigiría en el centro de la Plaza Independencia. El gobierno de Máximo Santos dispuso importantes honores a la memoria de Artigas, previstos para setiembre de 1884. Las celebraciones anunciadas provocaron un encendido artículo de un columnista anónimo del citado diario porteño Sud América, criticándolas duramente. Esta actitud generó la refutación del riograndense Carlos María Ramírez desde las páginas de La Razón. La polémica duró tres meses (setiembre, octubre y noviembre). Contó, como está ampliamente probado, con el respaldo heurístico y hermenéutico de Fregeiro, desde Buenos Aires -ya un prestigioso historiador rioplatense- quien poseía una importante colección de bibliografía y documentos; además tenía acceso a los principales repositorios públicos y privados de esa ciudad. Disponía, entre otros, del legajo que contenía la correspondencia original de Artigas con el gobierno de Paraguay en el período 1811-1814. Debe señalarse que Ramírez ya había comenzado esa reivindicación en 1881, con Juicio Crítico del Bosquejo Histórico de la República Oriental del Uruguay.
Entre sus investigaciones Fregeiro se propuso indagar sobre los orígenes de la nacionalidad uruguaya. Allí encontró un episodio al cual denominó y resignificó: el “Éxodo del Pueblo Oriental”, cuya espontaneidad negaba Francisco Berra. Este último insistía en Bosquejo Histórico de la República Oriental del Uruguay que las familias fueron llevadas a la fuerza por las tropas de Artigas. En cambio, Fregeiro, siguiendo la línea de Francisco Bauzá, en cuanto a la connotación bíblica del suceso, defendió el carácter espontáneo. Esta búsqueda del nacimiento de una comunidad en un tiempo lejano provocaba una fractura con el pasado inmediato de las guerras civiles que no podían ser base para la construcción de un pasado común. El relato de Fregeiro, además, establece que el Éxodo fue una verdadera emigración que finalizó en tierras extrañas, al demarcar el territorio de la futura nación con límite en el río Uruguay. El capítulo que Fregeiro dedicó a este tema – que reforzaba la rehabilitación de Artigas -fue publicado en la prensa montevideana e incorporado a los Anales del Ateneo en 1885, aunque la obra completa, Artigas. Estudio histórico, quedó inconclusa. Debido a ello, Barreiro y Ramos, a quien Fregeiro había prometido finalizarla y entregarla en dos tomos, decidió publicar en 1886 un volumen con los documentos que disponía el historiador.
La repercusión nacional de la denominación -no aceptada por todos los historiadores- se extendió de modo muy amplio, desde la educación hasta las artes. En esta última área baste mencionar el capítulo referido al Éxodo en La Epopeya de Artigas de Juan Zorrilla de San Martín o su representación en la serie Episodios Nacionales, de Diógenes Héquet. En u n momento se pensó en conseguir que la Universidad instituyera una cátedra de historia americana y nacional, con sueldo proporcionado, para confiársela a Fregeiro. Ramírez le escribía animándolo a que entrase en el plan y significándole la forma en que podría desempeñarse. "Manteniéndose extraño a la política militante -le dice- tendría Vd. el aprecio de todos los orientales, sería Vd. nuestra enciclopedia y le cabría la honra de fundar la enseñanza de la historia americana y patria prestando un gran servicio...". Su bibliografía abundantísima abarcó temas comunes a la historia rioplatense; por ejemplo, sus estudios sobre J. Díaz de Solís y el descubrimiento del Plata, Don Bernardo de Monteagudo: ensayo biográfico, La Batalla de Ituzaingó, La historia documental crítica: examen de la Historia del puerto de Buenos Aires por D. Eduardo Madero. Fue miembro de la Academia Nacional de Historia de Argentina. En 1910 recibió el título honorífico de doctor de filosofía y letras de la Universidad de Buenos Aires.
EW
(*) FUENTES CONSULTADAS:
- Fernández Saldaña, J. M. (1945). Diccionario uruguayo de biografías (1810-1940). Montevideo. Editorial Amerindia.
- Pivel Devoto, J. E. (1965). Advertencia. Archivo Artigas. Tomo sexto.
- Sansón Corbo, T. (2003). Los historiadores rioplatenses del siglo XIX: Notas para un retrato colectivo. Anuario del Instituto de Historia Argentina (3), 187-202. En Memoria Académica. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.3102/pr.3102.pdf
- Sansón, T. (2004). Un debate rioplatense sobre José Artigas (1884). [En línea] Anuario del Instituto de Historia Argentina, 4. Disponible en: http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.3254/pr.3254.pdf
- Osaba, J. (2012). Exodus. Revista Nacional de la Biblioteca Nacional, Época 3 Año 4 N° 6-7. Págs. 279-291.