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Los Arrecifes de Coral

Los Arrecifes de Coral

LOS ARRECIFES DE CORAL
HORACIO QUIROGA 1878 - 1937

 

El Modernismo determinó la orientación estética de los primeros textos de Quiroga. La Revista del Salto (1899-1900), su corto viaje a París de 1900 con magros resultados, el involuntario homicidio de su amigo Federico Ferrando y, sobre todo, el cenáculo bohemio del Consistorio del Gay Saber (1900-1901) fueron jalones de ese período que, en lo literario, tendría su punto culminante con Los arrecifes de coral. Sin abandonar por completo los rasgos de ese período, surge luego una maduración, con elementos renovadores, a partir de El Crimen del otro.

Su publicación hace 120 años mostraba una carátula amarilla limón con dibujo rojo naranja de Vicente Puig, de una mujer ojerosa, con uno de sus hombros descubierto e iluminada por una vela. Esta primera obra de juventud de estilo decadente, dedicada a Leopoldo Lugones, muestra un marcado afán de originalidad. Sus 52 composiciones, experimentales en el uso del vocabulario y la sintaxis, pueden dividirse en tres grupos: poemas, prosa lírica y cuentos; muchas de ellas de contenido fantasmagórico o erótico. Un libro deliberadamente enfermizo, al decir de Arturo Sergio Visca.

Varios críticos han puesto en duda el valor estrictamente literario de Los arrecifes de coral. Señalan, sin embargo, que Quiroga superó esta etapa exploratoria, de transición, para lograr un perfil narrativo perdurable y trascendente que asoma incipientemente en este primer libro con rasgos como la atracción por lo raro, lo extraño, los estados de conciencia patológicos y los finales de gran efecto. Su estudio ofrece, además, la posibilidad de una mejor comprensión de la generación del 900.

Washington P. Bermúdez -con su seudónimo Vinagrillo- sentenció en la Tribuna Popular: ‘Se nos antoja imposible que perdure esa aberración del buen gusto, esa negación de las bellas letras, esa creación híbrida y estéril como las mulas'.

Raúl Montero Bustamante, en una reseña en Vida Moderna, comentaba: ‘Es un libro audaz y nuevo que pudo ser bueno y que sin embargo pasará sin dejar rastro tras de sí. Si el autor se hubiera ajustado al molde de algunos de sus versos y sus cuentos, no tendría más que aplausos para él; pero al lado de lo admirable, de lo maravilloso, como versificación, intensidad de sentimiento y colorido, hay rimas sin nombre, extravagancias de un candor admirable, sorprendentes incongruencias, encantadoras ingenuidades, balbuceos de niño, incoherencias propias de un demente, que por supuesto, no son sino productos de un extravagante snobismo.'

Rodó, por su parte, establecía en una carta dirigida a Quiroga -en una delicada censura a Los arrecifes de coral- que los comienzos del escritor, si bien no exentos de talento, habían tenido una mala orientación literaria.

A partir de este título se puede ver la rivalidad de Herrera y Reissig con el Pontífice del Consistorio. En una carta al escritor Edmundo Montagne indica: ‘ yo opino que 3/4 partes del libro pasa de malísimo. ¡Cuánto defecto de forma! ¡Cuánta tontería abstrusa, cuánta imitación servil, cuánto acertijo sin arte, cuánto alambicamiento insulso, cuánta falta de lenguaje, de elegancia, de ritmo, de eufonía! Es un desbarajuste de principiante…' 

 

Ministerio de Educación y Cultura