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La balada de la mudita

La balada de la mudita

Una balada entrañable, escrita con la sangre brotada a borbotones por el aullido que provoca la pena de amor, tan eterna como el amor mismo.

Aquí es el mismo altísimo poeta de siempre, pero con un desgarro emocional que antes se había enmascarado detrás de otros rostros como el de de los pensamientos lógicos y encrespados pero sometidos al rigor de la lógica y sabiduría poéticas.

Siempre nadamos en aguas de la más absoluta Poesía, sea en el verso, sea en la prosa, al constante cuidado del ritmo, la sonoridad y el sentido, en una amalgama donde la forma da el sentido y el sentido surge de la forma misma. El verso lo registra con mayor visibilidad, si bien en la prosa de Rafael se siente planear la poesía en cada instancia, a veces con el tono más grave, otras bajo el velo de la ironía y del humor ácido.

Esta Mudita se puede cantar, aun danzar, se emparenta con la mejor poesía del tango o con los lastimeros quejidos de un bolero eterno, donde se refugian todos aquello sufriente por penas de amor. Pero rafael sabe muy delimitar los campos y apela a la emoción desnuda, al desgarramiento afectivo sin vueltas, pero jamás cae en la cursilería ni en la sentimentalina barata ni en la almibarada dulzura que bastardea los más nobles sentimientos del amor, ya en el goce, ya ya en su pérdida.

 

Jorge Arbeleche
Montevideo, 1 de agosto de 2016

 

Ministerio de Educación y Cultura